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martes, 6 de agosto de 2013

Izada de bandera 7 de Agosto





El sábado 7 de agosto de 1819 los Ejércitos español y criollo se enfrentaron en el campo de Boyacá. Cada uno tenía un objetivo diferente: El Ejército Realista tenía como misión tomarse Santa Fe de Bogotá y el Liberador deseaba impedir a toda costa esta maniobra.
El Ejército Liberador, conformado por 2.850 combatientes entre criollos, mulatos, mestizos, zambos, indígenas y negros estaba comandado por el general Simón Bolívar; la vanguardia, por Francisco de Paula Santander y la retaguardia, por el general José Antonio Anzoátegui.

Por su parte, el Ejército Realista – que pertenecía a la tercera división del Ejército Expedicionario de la Reconquista - estaba conformado por2.670 soldados, de los cuales 2.300 eran de infantería, 350 de caballería y 20 de artillería. Su Comandante General era el coronel José María Barreiro; el Jefe del Estado Mayor, el Coronel Sebastián Díaz y lo comandaba el Coronel Francisco Jiménez.
Pero para Simón Bolívar no fue un impedimento su fuerte rival y aprovechó las oportunidades de su estadía en Tunja para vigilar los pasos del enemigo. Fue entonces cuando los patriotas treparon por matorrales y se presentaron de improvisto al Ejército de Barreiro en el puente de Boyacá.
A pesar de que la acción militar era intensa en los dos bandos, las Fuerzas Patriotas tenían unidad y facilidad en las comunicaciones, mientras que los Realistas estaban incomunicadasy separadas por el Teatino y la vanguardia patriota.
Al final, el coronel Barreiro no pudo lograr parar la rapidez con la que las tropas Patriotas los rodearon como "anillo de fuego". No tuvieron más remedio que rendirse ante el Ejército Patriota, con su comandante Santander, 'Héroe de Boyacá'.
La batalla terminó a las 4 de la tarde. Murieron más de 100 realistas, 13 soldados patriotas y 53 resultaron heridos. Barreiro, junto a los principales Jefes Realistas y 1.600 soldados, fueron hechos prisioneros.
Así termina la Campaña Libertadora de 1819 que se realizó durante 77 días, desde el 23 de mayo cuando el Libertador Simón Bolívar expuso el Plan en la aldea de los Setenta ante los Jefes del Ejército Patriota, siguiendo un trayecto militar desde los Llanos de Casanare, la cordillera de los Andes y las tierras de Tunja. El Plan culminó en el Puente de Boyacá.

La Batalla de Boyacá se convirtió en el inicio de la independencia del norte de Suramérica, y se considera de suma importancia pues llevó a los triunfos de las Batallas de Carabobo en Venezuela, Pichincha en Ecuador y Junín Ayacucho en el Perú y Bolivia.














Izada de bandera 20 de Julio




"Según cuentan algunos testigos, los criollos fueron al almacén de Llorente a pedirle prestada una pieza. Algunos dicen que fue un ramillete, otros un farol y otros un florero, con el fin de adornar la mesa de Antonio Villavicencio. Llorente se resiste porque dice que la pieza está maltratada y en mal estado. Se arma el tumulto y se convoca a un cabildo abierto poniéndose en sintonía con lo que ocurre en las otras provincias de la Nueva Granada y lo que ocurre en las otras colonias españolas", cuenta Daniel Castro, director del Museo de la Independencia, lugar donde ocurrieron los hechos del 20 de julio y donde aún reposa una parte de la pieza que los criollos fueron a pedir prestada.
Poco antes de las doce del día, como estaba previsto, se presentaron los criollos ante Llorente y después de hablarle del anunciado banquete a Villavicencio, se le pidió prestado la pieza para adornar la mesa. Llorente se negó, pero su negativa no fue dada en términos despectivos o groseros. Se limitó a explicar diciendo que la había prestado varias veces y ésta se estaba maltratando y por lo tanto, perdiendo su valor.
Entonces intervino Caldas, quien pasó por frente del almacén y saludó a Llorente, lo que permitió a don Antonio Morales, como estaba acordado, tomar la iniciativa y formular duras críticas hacia Llorente. Morales y sus compañeros comenzaron entonces a gritar que el comerciante español había respondido con palabras contra Villavicencio y los americanos, afirmación que Llorente negó categóricamente.
Mientras tanto los principales conjurados se dispersaron por la plaza gritando: ¡Están insultando a los americanos! ¡Queremos Junta! ¡Viva el Cabildo! ¡Abajo el mal gobierno! ¡Mueran los bonapartistas! La ira se tomó el sentir del pueblo.

Indios, blancos, patricios, plebeyos, ricos y pobres empezaron a romper a pedradas las vidrieras y a forzar las puertas. El Virrey, las autoridades militares y los españoles, contemplaron atónitos ese súbito y violento despertar de un pueblo al que se habían acostumbrado a menospreciar.

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